Alejandro Zapata Espinosa

Ricardo Usnayo Quispe Pisotón de botas y maquinaria, cerdo montés, soborno que pasa por grandioso lo banal. Cambia las naciones, arrasa para cebarse de pasto de moneda, su rosa, su plano embaucador, y retiene las aguas el fiduciario de lo sobrante. Querrán pulir sus arreos con el petróleo sorbido sin maltratarse la boquita que ha deshecho la ley.   El Pedregal, abril 9 de 2024 Preencuentro del Movimiento de las Artes Andino Amazónica, La Paz, Bolivia, mayo 5 de 2024.

Esteban Adán Echeverría Medina Ha de llamarse Edwin o Rubén; el nombre fue la causa del campo de acné cicatrizado, de las entradas jalándole la cara, la posible impresión de un espíritu, y las cejas bregando por arquearse y lanzarse al ataque de otro cuerpo, de otra frente. Es de mediana estatura, su ropa es de compradero ni caro ni barato, común: nadie la elegiría, en caso de repartición, y si la elige no se alegrará de haberla elegido. Su padre es un viejo soltero con medio cuerpo en pausa, que bebe con el fumador de las unas cuatro paredes de madera, a las que le tienen que buscar los escapes de las ratas, y un techo de tejas y una nevera con candado fuera del negocio y el orinal con el tubo a la corriente de la quebrada; le conocí una abuela de tres nietos, con tres recortes de barriga, que no sé si lo dejó o se ven a escondidas o ella se ajustó un pasaje a Tolú y van años desde entonces. Volvamos a Edwin: tuvo un tiempo en que surgió en la escena con la aparición de otra mujer...