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Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2023

Tarde para recomienzos

Ciclos,  Consuelo Vallina Nulo de ideas... La fecha de entrega está aquí. En lo que llevo del día, después de cerrar los ojos un rato y aliviar la fatiga, entreveo algo presentable. Le doy forma, conectando esto con lo otro, y, de hecho, es más que presentable. O a eso me aferro para no dar tantas vueltas y volver al mismo sitio. Tomando un faro, los «Pensamientos» de Elisa Lerner en Casapaís , me permito desabrochar el ceñidor de las pretensiones y relajarme con lo que traiga a tema. Algo ha de salir pues: no estoy tan exprimido como para no tener ni una anécdota qué contar. Y me valgo de Bécquer, cuyas cartas son una confidencia y un develamiento de los intríngulis del periodismo —en vida solo publicó en periódicos y revistas; al morir dejó obra para que «unos pocos buenos amigos» la recopilaran y la publicaran:   Después de apurar mi taza de café, y mientras miro danzar las llamas violadas, rojas y amarillas a través del humo del cigarro que se extiende ante mis ojos como una

Semana Santa (2023)

Parroquia Nuestra Señora de los Ángeles Domingo de Ramos —¿ya salieron? —le pregunté a Yesenia. —los de la banda están tocando en la entrada de la portería; el padre y los de la procesión se metieron más al fondo de la unidad. —esperemos: cuando salgan, me avisa. nos informábamos por los sonidos que nos llegaban a la casa: habíamos salido con anterioridad a ver el horario de la procesión a la iglesia pero, cruzando la portería, como por arte de magia aparecieron unas señoras cruzadas elevando ramos, ansiosas por subir al punto de encuentro cargando a Jesús y a la Virgen y llamando a las que se asomaban en los balcones para que se les unieran. entonces nos devolvimos: no teníamos que ir a la procesión; la procesión vino a nosotros. yo me quité la camisa y los zapatos, y me terminé de secar acostado, leyendo, mientras tanteaba, según los discursos del padre que llegaban a mis tímpanos sobre los techos de las casas juntas y traspasando las paredes interiores. tuve que calmar a Yesenia: se

Bambuco aéreo

Rossy Riveda de Pozo El colibrí reparte ochos con la rapidez que su metabolismo le permite. Los ochos que forman sus alas son los faldeos simultáneos de una bailarina de bambuco a su pareja la flor; y el sombrero que traspasa a sus pertenencias, objeto de sus ardores, es el polen de la dicha, al que todos los estigmas extienden sus bocas como la del bebé al pecho de su madre. Si el apetito lo arroja al aguacero, su menudo cuerpo recibe las pesadas gotas de agua que amortigua con el lomo, la cabeza o las alas. Su larga e imperceptible lengua bífida, que mete al fondo de las flores, es un pitillo de néctar, ansiosa absorbente de jugos y aceites, bebedora incansable de la vida que da vida con su sencilla existencia. Y dormido, el colibrí se recoge como una pelotica felpuda, apuntando al cielo con su jeringa de procreación. Cabría en la palma de la mano, si esta le ofrece la concavidad y los muros de un nido, y no los plaguicidas, el monocultivo ni los amuletos en que los transmutan para l

¡Los importantes de las camionetas!

Keilah Radio Enrique es un hombre mayor nacido en el Suroeste Antioqueño y afincado en una vereda del Valle de Aburrá. Tiene los elementos necesarios para declararse hecho: casa, mujer, hijos grandes, nieto, apartamentos arrendados y ¿pensión? Lo de la pensión se me escapa: salió de la empresa, o lo sacaron —tampoco lo sé—, y se dedicó a construir esa vereda, un caserío dentro de la vereda, en el Valle. Los fines de semana se mete la camisa por dentro, aplastando la prominencia de su barriga, y toma con moderación. Sigamos con su esposa: Yake trabaja, cuando resulta, cogiéndole dedos a pantalones o poniéndole cremalleras a chaquetas, además de otros remiendos y lotes ocasionales. Ella se involucra en las actividades de la Junta y es de las que se refieren a sus vecinos con la designación de comunidad: Información para los vecinos de la comunidad: tatatá-tatatá, esto y lo otro, esto y aquello; así quedamos; feliz día. (No daré más señas para no perderme sus saludos: cambiar los nomb

Mine, nuestro payaso

Arlequín sentado con fondo rojo , Picasso, 1905 «¡Y aquí tenemos a Mine, nuestro payaso!», anunció el presentador. El delgado payaso corrió por la arena, se burló de los amantes de las primeras filas, abrazándose a sí mismo, y se comió la manzana caramelizada de un chiquillo. Después, entrando en su actuación, le pasaron unas clavas. Primer intento: malo; segundo: peor; tercero: catastrófico... El público, comprendiendo que el payaso no sabía hacer malabares, que no estaba fingiendo su inaptitud —porque si tal fuera el caso, se reiría de que jugasen con su impresión—, le lanzó comida y sombrillas. Cogiendo una, el presentador cubrió al payaso y lo metió al vestidor: «¿Acaso se te olvidó lo que has hecho toda tu vida?». A lo que Mine respondió: «Todavía lo sé con más primor que antes; lo que me pasó es que ni la manzana ni los abrazos, con tantos años de circo y de funciones, me han surtido el común efecto que les atribuimos».   Jueves, abril 30 de 2023 ___ Publicado en  La minúscul

Bodas de oro sacerdotales

Carta de Mons. Sandri al padre Gabriel Henao Misiva de «gratitud eclesial» de monseñor Leonardo Sandri, en nombre del papa Juan Pablo II, quien le concede la Bendición Apostólica al padre Gabriel Henao Betancouth, o Betancourt, con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales. La manilla al costado inferior izquierdo se debe a que, para demostrarle a los estudiantes de noveno del Instituto San Carlos (Medellín, Colombia) mi dominio del documento, hace un año, puse la manilla en ese sitio y la mostré el día de la clase. El cuadro reposa en un escritorio-guardador de zapatos-comedor. No sé ni me pregunto cómo terminó aquí, debido a qué trasteos o contra los intereses de quién. Valdrá mucho, o poco, según me insinuaron los estudiantes, con el tiempo. En todo caso, debió haber sido un descuido valioso para los familiares de Gabriel. Itagüí, febrero 22 de 2023 ___ Publicado en la Revista Cotidianidad  (Villamaría, Caldas, Colombia), no. 3 (abril de 2023): p. 10.

Combatir la desaparición

El escritor , Horace Pippin, 1940 Paréceme haber leído en un ensayo de Pedro Enríquez Ureña que la literatura sobre el indio surge cuando su cultura está por desaparecer; que se inmortalizan sus estertores, sus últimas acciones atávicas, plenas de un sentido indescifrable para el descriptor. Me pesa no tener la cita a la mano [1] , pero sé que lo dijo Pedro Henríquez: para ese entonces pensaba escribir un poemario exaltando al indio y empecé con A Aruká, guerrero juma que le cantaba al postrer sobreviviente de su pueblo. La idea, anterior a la lectura del ensayo, sucumbió a otros planes... y lo celebro: caía en el desliz de reconfortarme con la muerte y no la vida del indígena. Luego, con La ciudad letrada , Ángel Rama da una característica — vale decirse — oculta o inadvertida de la escritura: entra en acción en el momento mismo del fallecimiento de unos modelos culturales. En un caso suscribe el rescate de la oralidad, mermada por la modernización, mediante los intelectuales que

¡Mulo!

Henrik Uldalen Tu saludo fue un estrujón. Me pediste la comida, recalcando mi aspecto sin maquillajes ni perfumes, llamándome obesa, desgreñada, senil... Yo, por mi parte, no te insulté; serví tu comida, pues ya la tenía preparada, y la tiraste al piso, exclamando: «¡Esto está frío!». Recogí los pedazos de cerámica y limpié la sopa con un trapo. Arrodillada, me tiraste, para ajustar, un billete... No lo recogí; pensé: «¡Mulo!: ¿qué será de ti, de tus soberbias, sin mi comida?... ¡Y cómo estarás cuando te deje!... Nadie, sino tú, y eso que lo dudo, te aguantará». Itagüí, marzo 10 de 2023 ___ Publicado en  Contra toda violencia  (Editorial Kañy y Colectivo Internacional de Minificción, Rosario, Argentina, abril de 2023), compilada por Mustapha Handar y Sara Coca.