Eduardo Davad Mauro, esperando el metro, se propuso, firme y veraz — contadas ocasiones lo hacía — formarse un límite y seguirlo. « Es hora de encontrarme. Obedeceré una vida. Mis antepasados existieron sin entenderse con uno. Pero yo, conscientemente, hablo . La mía será especial. Una ciencia o una religión. (Apuesto a que mis vistas me engañan. Debe de haber otros antes que yo, preguntándose sobre lo que me preguntaré) » . La voz de la estación informó que el tren se demorará. Lluvias o algo por el estilo. « Si llueve, las piedras trituradas se mojan y el río crece, crece mucho » . No se asomó a ver las piedras. Tomó asiento y, poniéndose las manos entre los muslos, continuó: « Soy Mauro, de La Estrella, Valle de Aburrá, Área Metropolitana, Antioquia, los Andes, Colombia, Suramérica... Son las ocho del 24 de septiembre de 2022. Mi madre y mi padre son de acá y yo moriré — lo más seguro — acá. Esta ubicación de espacio y tiempo me afirman en donde estoy. Al pensar deberíamos cumpl
Alejandro Zapata Espinosa (Itagüí, Colombia, 2002): estudiante de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana.