Henrik Uldalen |
Tu
saludo fue un estrujón. Me pediste la comida, recalcando mi aspecto sin
maquillajes ni perfumes, llamándome obesa, desgreñada, senil... Yo, por mi
parte, no te insulté; serví tu comida, pues ya la tenía preparada, y la tiraste
al piso, exclamando: «¡Esto está frío!».
Recogí
los pedazos de cerámica y limpié la sopa con un trapo. Arrodillada, me tiraste,
para ajustar, un billete... No lo recogí; pensé: «¡Mulo!: ¿qué será de ti, de
tus soberbias, sin mi comida?... ¡Y cómo estarás cuando te deje!... Nadie, sino
tú, y eso que lo dudo, te aguantará».
Itagüí, marzo 10 de 2023
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