III Para Chelito Sensación de doblez, nebulosidad, acuoso repiqueteo de túnel, concordancia con la fecha y la hora pero no con los movimientos del pararse, el sentarse en la silla de madera negra, hechura de mi amor. Caen las aguas estancadas, se deslizan al vacuo arbusto, al cabezal, a los hierros parados. La tarde está disfrazada en las gorras, malqueriente de la noche de verbena, precisa para los tintos y los abuelos, y no tengo a uno y ya enterré al otro. Entonces queda pasearme por la vida como un funcionario de la molicie, tirando amores como monedas, apostando a lo desfavorable y ganando líos con los poseedores de casas que, asociados con los compañeros de trabajo, ponen un lote, lo entregan a una constructora y eligen el octavo piso para divisar desde San Fernando los barrios, las unidades y las flotas, lo mismo que se ve a pie, que veo yo sin estar donde los obreros, uno empezó la Licenciatura conmigo y terminó picando y paleando lo público, se mojan. Ay si esas b...
(Itagüí, Colombia, 2002):licenciado en Literatura y Lengua Castellana (Tecnológico de Antioquia); maestrando en Educación (Universidad Santiago de Cali).