¿Qué estrella nos guía por estos tiempos? La nostalgia
del disfraz sobrevive: nos creamos reyes magos a menor escala, con menores
regalos en calidad y mayores en cantidad. La familia entera sube a la chiva de
la compra de estrenes, de paseos, de la furia del consumo paranoico que da pie
a competencias, al quién da más y, si se puede (que debe poder si se busca la
victoria), al quién da mejor.
En una suerte de lucidez terminal o lucidez
paradójica, el Año Viejo —desde
el Christmas creep— corre, se ajetrea, llena las bolsas, limpia las
tiendas (limpieza relativa y a corto plazo), concluye negocios, paga primas e
invita a las primas a pasear, madruga y se acuesta tarde, mira la Iglesia y se
echa la bendición para seguir con el paso largo y difícil.
La dinámica del derroche y el hiperconsumo
encuentran en la publicidad y la mercadotecnia el caldo de cultivo, la
alcahuetería y el nicho donde pueden operar a su antojo. Y como necesitan extender
el mensaje de sus pensamientos, una boca, una sonrisita, una imagen familiar y hogareña,
que lo haga sentir a uno plácido, que haga las veces de Jesús en la cuna o de
un receptor de niños, capitalizaron a Papá Noel adornándolo como el tío Sam; le
dieron toques de empresa, le pagan prima y los fotógrafos le piden que pele el
diente para la cámara.
Pero así como el mullido viejo (que antes era un santo
«gnomo» barbudo con milagros tan recientes como en la Segunda Guerra Mundial)
presta su boca, hubo alguien que se la hizo mover, alguien que lo vistió y le
alimentó el buche: Haddon Sunny
Sundblom, pintor sueco-estadounidense que, por encargo de Coca-Cola, y
utilizando como modelo a Lou Prentice, agente de ventas retirado, contrató y
puso a decir a Santa: Give and take, I
say, y Start the giving with Coke.
Dicho por Alfredo Brunell, profesor mexicano de Mercadotecnia, «La figura de
Santa Claus fue un invento de Coca-Cola… y [con] los Reyes Magos tienen algo en
común: nos hacen comprar más», por lo que «El mensaje no es: “Si no regalas o
si no compras eres malo”, sino al contrario: “Compra para que seas bueno”».
Asimismo, ¿qué nos puede decir el exceso y la
acumulación intensa de cosas al final de año? ¿Qué lugar ocupan estas cosas, además
de nocheros y roperos, en nosotros? La psicología del comprar, flecha cuyo
objetivo son nuestras emociones, se manosea en Navidad (obro como Melchor,
Gaspar y Baltasar), tiene luz verde para cualquier acción, sea a contado o a
crédito, y, mucho más importante, esas compras, con un valor de regalo y de
placidez compartida, aumentan una felicidad que se mantiene a punta de cosas, de
objetos, de algo que yo no hice, pero que tengo cuando quiera —y cuando tenga plata, o cuando tenga
cómo pagarla o quién me la pague…
Con
ello, el natalicio del Niño Jesús en el pesebre, antonimia de la versión
contemporáneo de Santa y Navidad, se convierte en ruido de producción y no en
divina forma… El Papa ha realizado cuatro catequesis en Audiencia General sobre
san José. La cuarta, al respecto del silencio del esposo de María, me llamó la
atención: «Con su silencio, José
confirma lo que escribe san Agustín: “Cuando el Verbo de Dios crece, las
palabras del hombre disminuyen”». Así
pues, cuando el Verbo de Dios disminuye, las palabras del hombre crecen. Y ¿qué
es la temporada decembrina sino ventarrones de palabras? ¡Hasta le agregan
radios a los pesebres y ponen a bailar a los muñecos! El Niño Dios nacerá
rodeado por El boquinche de Los
Alegres Cordillera, El desempleado de
Leonardo Marín, Dame tu mujer José de
Guillermo Buitrago y Se enriqueció el
arruinado de Gildardo Montoya. El Niño Dios nacerá y los ojos de los niños,
de todos, estarán fijos en el regalo de Santa, en la competencia de los mayores
por saber a quién agradan más (y mejor).
Horquilla. Coca-Cola demandó, por segunda vez (la primera —que perdió— en el 2007, por el energizante Coca Sek), a la cerveza Coca
Pola, creada en el Cauca por el pueblo nasa. Motivo: la bisílaba coca. La arrogante compañía (que me
imagino personificada en el dedo acusador de Samuel Wilson) iniciará procesos legales
si no quitan el vocablo de sus productos. Un litigio, a la larga, entre el
patrimonio ancestral y la usurpación comercial.
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