Mucha India, Fernando Arias Gaviria, 2014 |
¿Tendrá
algún valor psíquico el que un profesor, al explicar las tradiciones
pedagógicas, primero mencione la germánica, la francófona, la anglosajona y,
por último —¿pero no menos importante?— la latinoamericana? O será que es
simple labor docente mencionar a teóricos de la lengua como Chomsky, Vigotsky,
Skinner y Piaget, o también es simple labor docente asegurar que una
universidad colombiana gradúa por mencionarlos a ellos y no a propios —¿cuáles
son los propios, si ni los abordan?
Sea
lo que sea, pregunto: ¿por qué nuestra educación y sus prácticas pedagógicas
—si se les puede llamar nuestras— van
tan direccionadas hacia afuera? Y me refiero afuera en el sentido de utilizar teóricos extranjeros, modelos
extranjeros, tradiciones extranjeras y recursos extranjeros. Y, además, ¿desde
afuera también se han agenciado los modos a través de los cuales se desarrollan
las prácticas situadas en las aulas?
Ahora
bien, para dar los primeros pasos es conveniente abordar la tradición
latinoamericana (dejando de lado las ya mencionadas). ¿Por qué apuesta la
tradición pedagógica latinoamericana? No se le puede llamar tradición: es un extranjerismo.
Entenderlo esboza ya una característica suya: la emancipación. Y, para ser más
preciso, ¿por qué apuesta la tradición pedagógica colombiana? Esta es fácil de
responder: «[…] no podríamos hablar de una tradición, ni comunidad en este
campo en el país»; pero «sí podemos identificar el florecimiento de debates al
respecto» (Runge, 2012a, p.8, como se citó en Palencia, A., 2016). Sabemos,
ahora, que no hay tradición pedagógica en Colombia, pero sí debates al
respecto. ¿Quiénes son los iniciadores del debate?
El
Movimiento Pedagógico colombiano (iniciado en los 80), que «posibilitó la
emergencia de una variedad de discursos cuyos referentes diversos han sido y
continúan siendo objeto de análisis» (Palencia, A., 2016).
La
Expedición Pedagógica Nacional que «es una movilización social y educativa que
se ha desarrollado en Colombia desde el año 2000 y continúa en diferentes
regiones del país» (Raul, M., 2010), y es la continuación del Movimiento
Pedagógico.
El
Grupo de Historia de la Práctica Pedagógica en Colombia que, «a la luz de
algunas nociones del filósofo francés
Michel Foucault construyen una manera particular
de leer la pedagogía, a través de categorías como saber pedagógico o práctica
pedagógica» (Palencia, A., 2016).
Del
Grupo Federici que «define la pedagogía como una disciplina reconstructiva, que
pretende transformar un saber‐cómo (domeñado), en un saber-qué
(explícito)» (Palencia, A., 2016).
La
Investigación sobre Formación y Antropología Pedagógica e Histórica, a través
del grupo FORMAPH orientado por Andrés Klaus Runge Peña, quienes han buscado
entre otras líneas estratégicas ampliar el espectro de investigaciones
pedagógicas sobre el problema de la formación en Colombia, estableciendo
vínculos más profundos entre filosofía y pedagogía con respecto a los problemas
de la formación y educación humanas.
Ahora,
¿para qué reconocer a estos iniciadores del debate? Para darnos cuenta de que
hay respuestas locales de la educación, más allá de la formalidad, de la
educabilidad y del currículo, respuestas que dan cuenta de la posibilidad y
capacidad de entender lo propio como viable educativo; entonces, ¿por qué la manía
de recomendar textos, ejemplos y temas extranjeros? Aquí entra en cuestión la
necesidad de reforzar y reinventar la pedagogía del país…
Reforzar
los planteamientos ya hechos referentes a nuestra pedagogía, redimensionarla,
volver a comprenderla, estudiarla, cambiarla y fomentarla.
Reinventar
las prácticas pedagógicas: aceptar las posibilidades colombianas: los entornos
ambientales, las conexiones comunitarias (fortalecedoras de tejido social), la
pedagogía competente al contexto, la contemporaneidad local, nacional y, luego
de comprender estos, la internacional (entendiendo a las escuelas, eso sí, como
formadoras de pensamiento crítico y autónomo).
Por
otro lado, con respecto a la contemporaneidad,
es competente subrayar lo escrito por Giorgio Agamben (2007) en ¿Qué es lo contemporáneo?: «[...] es la
relación singular con el propio tiempo, que se adhiere a él, pero, a la vez,
toma distancia de éste». Esta distancia es necesaria para objetivar los
aconteceres políticos, económicos, etc.
Así
pues, tomemos distancia y pensemos el por qué no atraen las perspectivas
locales a la pedagogía local: podemos mencionar, primero, al sujeto como
portador de discursos, acciones e ideologías ajenas a su acontecer: sujeto
consumidor de prácticas extranjeras que termina por reproducirlas. Aunque se
crea a este sujeto como cualquier peatón común, puede sorprendernos que sea el
docente mismo quien enseñe esas prácticas fuera de contexto. Pero dejemos de
pensar y mencionar primero al docente. Pensemos en el estudiante: viéndolo bajo
el ideal de emancipación estudiante-docente, pensamos que aquel está siendo
guiado con base a sus búsquedas; pero, ¿acaso esas búsquedas están
direccionadas para el cambio social de su vivir y de quienes lo rodean? ¿El
fomento del docente es el correcto?
Me
parece que estamos llamados a la toma de conciencia, entendida esta como el
encuentro del hombre y la mujer consigo misma, a la implosión de sus
capacidades para con lo suyo, a sus autoconocimientos, a ello que nombraron los
griegos gnothi seauton («conócete a
tu mismo»), para empezar dándonos cuenta de lo que nos sucede, lo que nos
influye, lo que nos cohíbe, lo que nos regula, lo que nos entiende y lo que nos
desentiende de nosotras y nosotros mismos. Pero, ¿de qué sirve conocerme?
Conocerse sirve para autogobernarse,
regirse por sus propios medios, siendo así rechazado cualquier otro medio que
antes atajaba y atrapaba al sujeto. Pero, ¿de qué me sirve esta
autogobernabilidad? Para cuidarse a sí mismo, liberarse, valerse por sí mismo
bajo sus propios medios; aunque para todo esto se necesita la verdad, la cual
vamos escarbando cada que más adelantamos camino hacia nosotros, cada que nos
reconocemos.
¿Y
la liberación de qué me sirve? La
liberación abre un campo a nuevas relaciones de poder que hay que controlar
mediante prácticas de libertad (Foucault, 2009). O sea, para saber cada vez
más de qué se trata, cómo funciona, qué sabores tiene y quiénes la consiguen,
la buscan, la rechazan o la anhelan. Esta liberación no sólo es desujetarse de algo para sujetar a los
otros; es avanzar éticamente por nuestro gobierno, por medio del cual
conoceremos al otro y nos reafirmamos en nosotros. En resumidas cuentas, el
autoconocimiento cumple la formación de identidad,
es decir, nuestra constitución, que sólo vendrá a saberse cuando se sepa la
verdad, que vamos encontrando poco a poco, y que nos ayuda a autogobernarnos, a
dominar nuestro yo, evitando otros tipos de dominación-adiestramiento, y todo
esto bajo la ética, que es la forma
reflexiva que adopta la libertad (Foucault, 2009).
Tomemos
nuevamente distancia y veamos un caso que surge a la luz del acercamiento a los
contextos educativos en el marco de las prácticas pedagógicas de primer
semestre que es la escuela de Altos de la Torre. Esta escuela se creó gracias a
una necesidad. Las familias no tenían
dónde educar a sus hijos así que decidieron crear la escuela. En su
construcción hicieron parte niños, señoras, señores... un entramado de personas
juntas ayudándose. Hicieron parte de una práctica conjunta que respondía a su contexto. Miraron a su alrededor y se
dieron cuenta que hay cosas por mejorar, por llevar a la construcción conjunta;
fueron contemporáneos y vieron que
allí hacía falta la escuela. ¿Qué sucede en este caso? ¿Logramos esbozar o
rectificar nuestros planteamientos? ¿Empieza a implosionar la conciencia?
Tomemos
distancia de nuevo… ¿Hemos notado, acaso, de quién hemos sacado la referencia
de contemporaneidad? De un italiano. Pero, tomemos distancia de esta pregunta y
esta respuesta: no se trata de fomentar una pedagogía nacionalista combativa,
casi xenofóbica de planteamientos extranjeros —¡para nada!— Hay que volver a
leer lo dicho más arriba: hay que abordar «la contemporaneidad local, nacional,
y luego de comprender estos, la internacional». Como vemos, es sólo ver primero
lo que primero vemos y luego lo que, aunque se escapa a nuestra vista, podemos
descubrir.
Con
respecto a los iniciadores del debate pedagógico en el país, hay una
característica de la Expedición Pedagógica que nos da bases, desde este
acercamiento, a lo que vemos primero: «la Expedición, en su decisión de
realizar nuevos viajes para el reconocimiento de la diversidad y las riquezas
pedagógicas, ha priorizado la movilización, el encuentro, la visibilización de propuestas
y de prácticas relacionadas con la construcción de paz desde las escuelas»
(Pedagógica Nacional, M. E., 2016).
La movilización… el encuentro y
la visibilización de propuestas y de prácticas... Aquí
tenemos nuestro campo de análisis que desembocará en la toma de conciencia.
Agreguemos que, además de que estos fines sean aplicados en las escuelas, no
vendría mal ocuparlos también para la realidad nacional, aprovechando aquello
del Grupo Federici: articular el conocimiento escolar y extraescolar, para
llevar la realidad escolar fuera de sí y comprometer a cada uno de sus actores:
estudiantes, docentes, empleados del aseo, vendedores y directivos para la
conformación de tejido social y de reconfiguración de ciudadanía, entendidos
todos como partes de un todo, que aun así las partes más retiradas influyen las
partes centrales.
Por
ejemplo, en un segundo contexto de prácticas pedagógicas en el centro de la
ciudad ubicada en el barrio Boston, visité un colegio de infraestructura
angosta. Cómo serían las clases si, a pesar de su hermetismo de planta,
lograran incorporar situaciones de su entorno, saliera de las aulas el conocimiento
y se modelara según lo que no hay, lo que hace falta, como la escuela en la
Torre. Ello sería, además de una práctica contemporánea, una extraescolaridad
beneficiosa, pues reconstruye contextos.
Para
esta afirmación no encontramos mejor añadidura que lo escrito por Estanislao
Zuleta en Elogio de la dificultad:
«Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay
que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin
caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo
esencial, es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal
menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la
creación y el pensamiento, como aquello sin lo cual una imaginaria comunidad de
los justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho».
Esta
«imaginaria comunidad de los justos» seríamos nosotros si no aceptamos que
desde lo más lejano, lo más mínimo, lo individual, lo que cada uno cumple en
sus funciones, sean pedagógicas o no, cumple un papel fundamental en la
consolidación de la sociedad, no sólo la que vemos sino también la que
reconocemos o intuimos: las otras sociedades de las que no dependemos; de las
que hacemos parte individual,
impulsando «el respeto y la diferencia» siendo nosotros y a la vez
distinguiendo a los otros siendo ellos.
Como
vemos, ya pasamos del terruño en que vivimos —lo propio—, a lo extranjero —lo
ajeno—. Ahora hacemos parte de La Sociedad no desde una explosión-implosión sino
desde una implosión-explosión. Ya nuestras
maneras-pedagógicas-escolares-extraescolares sirven de elemento para nuevos
estilos pedagógicas, reconociendo nosotros mismos la sociedad diferente que hemos construido desde nuestro contexto ya
sea rural o citadino, con nuestras necesidades
y nuestras soluciones.
En
Altos de la Torre y en Boston tomarían acción sobre sus contextos, retomarían
lo que los rodea y lo transformarían bajo sus éticas, sentando base para otros
contextos similares que puedan hacer uso del método con que guiaron sus actos.
Referencias
Pedagógica Nacional, M. E. (2016). Expedición por la memoria del conflicto y
las iniciativas de paz, desde la escuela. Nodos Y Nudos, 4(40), 141-152.
https://doi.org/10.17227/01224328.5252.
Agamben, G. (2006) ¿Qué es lo contemporáneo? Texto inédito en español, leído en el
curso de Filosofía Teorética la Facultad de Artes y Diseño de Venecia, Italia.
Traducción: Verónica Nájera. Disponible en: http://salonkritik.net/08
09/2008/12/que_es_lo_contemporaneo_giorgi.php.
Palencia León, A. V. (2016). Una aproximación a las discusiones en el campo de la educación y la
pedagogía: Estado de la cuestión. Pedagogía y Saberes, No. 44, 93- 103.
http://www.scielo.org.co/pdf/pys/n44/n44a09.pdf.
Entrevista
con Michel Foucault realizada por Raúl Fornet-Betancourt, Helmut Becker y
Alfredo Gómez-Muller el 20 de enero de 1984. Publicada en la Revista
Concordia 6 (1984) 96-116. http://www.topologik.net/Michel_Foucault.htm#_ftn1.
Mejía, M. R. (2010). El maestro investigador: reconstructor de sentido profesional e identidad. https://laiep.wordpress.com/tag/expedicion-pedagogica/.
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