VII
tan solo
como quien limpia
un espejo
y no ve a nadie
ante sí
***
XXXV
Allá,
en tus horas
de
bostezo y cama,
de café
y divisa,
de
guaduas y reliquias,
¿tienes
preparada la cena
para
los ángeles?
¿Calientas
las sábanas
para
épicos viajeros?
¿Pintas
el papel de
proféticos
hechizos?
En tus
siglos,
¿has
descubierto el tesoro
del
cacique?
¿Construiste
la maloca
prometida
a ese viejo?
¿Saldaste
cuentas con el monje,
y
jugaste a las cartas con la bruja?
¿Acaso
en tus nocturnos aquelarres
—de
invitación abierta—
rompes
la toga
y
muestras los ojos?
¿Preguntas
a la Estrella:
«¿Sigo siendo parte de ti?»?
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