Espacio
oscuro. Sobre un montículo de arena, El Candidato, con traje ejecutivo pero con
barba descuidada y los pies libres, ensaya sonrisas. Una luz azul, desde
arriba, lo ilumina. Un tambor toca tres veces y El Candidato, eligiendo una de
las sonrisas que ensayaba, saluda extendiendo la mano derecha.
¡Queridos! ¡Damas! ¡Feliz, feliz de que asistan a las
citaciones de su candidato! (Se rasca la
barba. Mira a los rincones, como si los asistentes fueran multitud.) ¡Oh,
qué aprecio les tengo, mis futuros...! Si tan solo pudiera bajarme de mi arenal
para besarles la frente... Y ustedes tampoco tienen permitido subir al
arenal... Eso no nos enemista, lo sé: a mis ciudadanos, a mis compatriotas, no
nos enemista una sutileza de poder. La directriz es clara: ustedes (Extiende el pie derecho, como si extendiera
la mano, y señala a su público) lo entienden mejor que yo, no cabe duda...
(Suspira.) ¿No los enteraron del porqué
de esta reunión? Ah, perdonen a mis comunicadores: se les pasa los últimos
ítems de mis órdenes... ¿justamente porque son los últimos? (Se acomoda la corbata y se peina hacia atrás.)
Lo que los convoca es algo que se atrevieron a cuestionar de mi plan de
gobierno: cenaba con mi mujer y sus hijos y uno de esos diablos me preguntó qué
haría con los artistas... (Se rasca más
duro la barba.) Sí, no se aterren, congéneres, no se aterren... (Muestra la planta del pie izquierdo.)
Como padre putativo que tiempla las riendas de su hogar, manejé el equívoco de manera
grandiosa: lo reprendí (Se pone de
cuclillas, aguanta el aire hasta ponerse rojo, se desabrocha la correa y pega
al aire.) «¡Bastardo!,
¿qué te incumbe lo que haré con los artistas? Pero ya que el príncipe desea
saber, que lo sepa: ¡a los artistas los extinguiré!» (Da unos correazos
más al aire y se recompone: se seca la frente, tose, mira los dedos de sus pies
entre la arena y se abrocha la correa al estilo canana.) ¿Y...? ¿Qué les
parece? (Suena tres veces el tambor y, a
cada toque, una flauta.) Ya lo sabía; de ustedes no espero más que
fidelidad, compromiso y... (Articula
lentamente cada letra.) ¡obediencia! Ah... (Se estira como recién despertado.) Ustedes ya debieron escuchar eso
de obedecer en otros candidatos, así que no nos ocupemos de lo implícito aprendido
sino de las nuevas campañas; de la mía. (Toma
arena con la mano y la va dejando caer.) En mi municipio, si me lo permiten
dirigir —que lo harán—, vedaré los artistas en todas las manifestaciones
habidas y por haber (Artistas musicales,
escénicos, plásticos, etc., rodean el montículo de arena tirados sobre los pies
del que esté delante y se arrastrarán en redondel. El Candidato progresa en la
rabia. El tambor y la flauta suenan a lo lejos): artistas cuyas maestrías
sean firmes o incipientes, artistas experimentales o clásicos, digitales o
manuales, ricos o pobres, laureados o abandonados, de semáforos o de conservatorios,
de teatros o de parques, todo tipo de alimaña con hambre, peluda, todo tipo de
ratón atropellado, todo artista fugado de casa o de provincia, de capital o de
pueblo, lo que sea, donde sea, será vedado, ahorcado, escupido, expuesto y
maldito; a quien tope ejerciendo la mendicidad, lo que es lo mismo que decir a
quien tope ejerciendo el arte, lo sacaré con su familia de mi municipio: no me
vengan con fanfarrias de quién nos creará y cantará los himnos, quién las
marchas marciales, quién ensalzará los hijos ilustres, quién la fruta y el
animal que nos determina, quién formará a muchachos en el espíritu y los
sentimientos... No me salgan con eso porque si de espíritu y de sentimientos se
trata, por algo hay cinco iglesias ya construidas, entre catedrales, basílicas
y parroquias —y en
mi gobierno mandaré a construir dos conventuales—; y si les importa la educación de sus hijos y la
celebración, pues sáquenlos del municipio para que aprendan afuera... ¡pero que
no ejecuten en mi municipio, ni en privado, un número de lo que aprendieron, o
se las verán con mi ley! (Se calma, recoge
más arena y se la aplica en la barba. El círculo de artistas se detiene y mira
al Candidato. Dulce y viendo la arena caer.) Porque ustedes, mis pollitos,
lo delatarán... Lo delatarán a la Policía, a las Autoridades Competentes, y
ellos se encargarán de echarlos a ustedes y al artistucho que se infiltró por
un descuido de ustedes, que no mío ni de los míos: los míos se cuidan entre sí:
los míos no delinquen (Aprieta la arena,
se espolvorea la cabeza con ella y se peina hacia atrás.) ¡Eliminando los
artistas me ocupo de la seguridad! ¡Dos en uno! ¡Señores, caballeros—y damas—, conmigo asegurarán su supervivencia! ¡Nadie los importunará
con sus sombreros, sus estuches para guitarras, sus grafitis clandestinos, sus
exigencias de aplausos ni sus manos, puaj, sus manos suaves y sucias de
monedas, billetes y suelos!... (Escupe
una baba cargada a un artista de enfrente. Descansa sus manos en la canana.
Como la barba le pica, hace el que se rasca sin manos, mueve los cachetes, se
rasca contra los hombros, contra el pecho, mas suelta por fin la canana y se
rasca ávido la barba. Se tranquiliza, se sienta y prosigue. El tambor —diástole— y la
flauta —sístole— son
su pulso.) Formaré, por
lo demás, un Comité Antiartista que me dará reportes diarios —que publicaré en la prensa de mi Partido— y me propondrá mensualmente planes de extensión para así
darle una prueba a los municipios aledaños de que tenemos un método descomunal
y, así, nuestros hijos perderán el interés —o más que el interés, perderán la alternativa— de ir a otro lado... (El Candidato se llena los bolsillos de arena. Luz blanca y luz azul.)
Les agradezco, les agradezco la complacencia... ¡Verán cómo disfrutaremos mi
candidatura! ¡Tendremos cuatro años de temor a Dios, de veladas silenciosas y
de charlas sin discursos! (Se confunde y
pisa en falso. Aliviana la confusión con rabietas.) ¡La oratoria serán
discursos, las cartas de amor serán palabras prescritas en mi escritorio, las
baladas serán toques de puerta, los mariachis tocarán la música de las palas en
la pavimentación de las calles y los danzantes se erigirán en cuidadores de
estatuas públicas! (La luz blanca le
ilumina un lado de la cara y la azul otra parte. Los artistas miran hacia
afuera del círculo; acusan al Candidato con sus dedos índices y lo giran
imperceptiblemente. Se calma.) Mujeres, tápense los oídos: le diré algo a
los hombres, un secreto de Estado... (Bájase
el cierre y le habla.) Las chi-cas de lujo podrán bailar en nuestros
clubs... (El cuerpo de la flautista se
cae. A las mujeres.) Destápense los oídos, vírgenes benditas... (Se sube el cierre, sorprendido.) Sus
hombres son unos próceres; eso es todo cuanto les puedo compartir... Así las
cosas, mis ciudadanos, si me eligen —que lo harán—, la pasaremos (Saborea
las palabras) delicioso. Extinguiremos lo malo para darle cabida a lo
bueno. Lo que invertiría en festivales, en concursos y en becas, lo invertiré
en (Coge arena y tira granos al nombrar
cada punto. Los dedos de los artistas giran a cada punto): seguridad (no la
tengo ni qué decir: la primera seguridad es sacar a los problemáticos), vías
y... vías y... vías y... y tendré una plaza libre para los contratiempos...
¡Oh, ya!: la ocuparé en organizar estímulos para los empleados del Comité Antiartista.
¡Que perviva algo del pasado! Bueno, es todo lo que les voy a decir, mis
compatriotas, mis amigos, mis hermanos. Este gobierno es de ustedes; y siendo
de ustedes, cumple sus deseos. ¡Vidas mías, le pasaré este discurso a otros lugareños! ¡El egoísmo se disculpa cuando va en
contra del otro!
Remueve la arena con los pies y se hunde. Los artistas se encogen y ruedan,
alejándose del montículo. La flautista recobra la consciencia y retoma su
función. Las dos luces señalan, en círculo, el pecho del Candidato. Una cuerda
lo levanta: cuando los pies entran en el círculo de luz, se apaga.
Itagüí, junio de 2023
Si le cambias algunas palabras y algunas frases las colocas en otro lugar, bien podría pasar por un discurso real. Incluso con casi los mismos gestos.
ResponderBorrarSaludos,
J.