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"Abertura", "Pasilla (V)" y "Sueño (III)"

Gabriel Monreal

Abertura[1]

 

Han traído la mañana, de cabestro, por los esgrimas, tras cosméticos de limón y pelos con algodones de cojín atrancados en el pringue, a disolver e incentivar descuidos, a recrear a los conductores con el panorama intacto, mortífero, que le devuelve la tos de su escape, las pelusas arrebatadas a la ceiba, los rollos en atención a las cajas de dientes, los cascos placados, los serios en ayunas: desde el umbral beben su exactitud, su rígido culto, su escalar torpe la carrera de los hijos, la apuesta del patrón; la llamaron para incendiar a sus corredores y suprimir todo lo que tengan de nuevo, todo lo que les permitía no reconocerse.

 

San Pío X, marzo 8 de 2024

 

***

 

Pasilla

 

V

 

Tripa encadenada, resguardo momentáneo, para mañana el curso de las invalideces preservativas, asesino pordiosero, cómo se te vería la canallez en La Paz, en el centro de mi cupido, estarías presto al francotirador, cerdo idiosincrático, antena colgada, hermanos que cedieron el derecho a los más, pensamiento vegetal o manigua en toses, la cordillera se bebe, se mezcla con Haití, exigente cambio, norma en cerilla, cobro al que se acabó de versar la negativa revística, a las malas lo apagaron, curva chancleteada, celebraremos la caída del gobierno, doctor con veinticuatro horas de trabajo, y la regeneración de las prosperidades socialistas, siglo, bazo extirpado, sofá que no dedicó mi sueño, negaste la aventura por marcar tarjeta y hacerte de comer, pobre viejo antorcho, hasta las bebas se aguan, y tú, perseguidor de ansiedades, ronca aestesis, adelantado para lo que no se te llamó, feria y grupis, alternancia con la muchachada que no es la de labios sonrojados y la insensatez bregando a prenderse, la negra del padre también ansia cuerpo, no ciegues la entrada, luce un todo, llévate los colgajos, será casi la admiración del cosmos en una cáscara rumbosa, qué harías compartiendo editorial con la nueva del restrepismo, gloria que ensucias y mandas saciada, oh mar del Salvador, galardonado compromiso con los abriles, mi eco es soplo, algo como refocilarse con los cabrones dueños del partido, a los que la risa les confiere la estampa de diarrea esmaltada, humor para el tipejo que despacha las anatemas y cuán dignos de servir a la radicalísima tendencia al mesianismo, patrimonio abigarrado, filmografía antipática para los cineclubes crispetos de la vecindad del alcalde, fusiles para los muchachos entendidos, el maestrante con énfasis en ciencia política que arma su cuadro y prepara el antiimperialismo con escasa reserva de puños, término álgido, contorno a la inconmensurable blandura de la capitanía, razón de ejercer el azul babero, toches colocados a reclamar exigencias, a impedir que el acceso a la profesionalidad sea para el brío, terrón y escupitajo, de la pelada, casos se ven en el consultorio, directriz de élites repetidas, célebre endogamia tricolor, flora en el ajuste, desdén conspicuo y de cerdo para circular dentadura, loros tensos por la extrema unión cromosoide porcentual y la bacteriana estructura que ha infestado el contrato que se niega ceder el legislativo para venderse por tres pesos a una radio cortada.

 

El Pedregal, septiembre 8 de 2024

 

***

 

Sueño

 

III

 

A paso de mula, bolso y aliento cargado, asciendo la loma a La Quintana, por una superficie podotáctil, como ascendiendo a un páramo arquitectónico, elevada edificación cultural, con los pasajes precisos para coger el bus cuando desee volverme, rodeando la biblioteca, y para el almuerzo, no el menú del día o un chuzo, sino, teniendo solo los carros a mi derecha, sucediendo uno tras otro, palomitas, algodones de azúcar, maíces de palomas, galletas de chocolate o, lo que elegí, papas criollas bañadas en limón y sal y pimienta. La mano cogió dos de los tres vasos de papas, yo le pagué extendiendo y recibiendo el vaso, y caminé más al fondo, que ya un muro detenía el ascenso, a los bazares de ropa usada: me acerqué al toldo de alguien que me pareció conocido y moví con la mano limpia unas camisas de flores, cromáticas, de tela leve pero mangas cortas, colgadas del travesaño, y, de tener el dinero, me hubiera llevado una; pasé a otro toldo, de pantalones, y también hubiera elegido uno... pero salgo porque la mujer que atiende, sentada, me mira bajar, justo cuando el pie derecho se endurece y obstaculiza el izquierdo, como si quisiera cruzarse, hasta los baños de la biblioteca. Es un mariposario readaptado, con mesa redonda en jardín al centro, y los baños, oblicuos, metidos en las paredes; el de hombres está a mi espalda. Un hombre entra conmigo a lavarse las manos; yo me hago en el primer orinal, muy curvo y visible, y me ladeo y llegan los asiduos emboladores y relojeros, alegres y bullosos, a hacer y a cepillarse y a lavar cocas y a llenar tarros. Miro cómo un relojero descarga sus relojes dentro del orinal y salgo a la terraza, extensión de Godward, casi un aeropuerto, frente a la biblioteca: los carros venden sus últimos productos y los niños elevan cometas, se corretean en triciclos, comen de picnics, divisan la extremidad temblorosa del valle, el despeje festivo.

 

San Pío X, febrero 5 de 2024

 

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[1] Leído en el Agosto Poético del IV Festival Internacional de Poesía Letra Lúdica (FEIPOLL), Chascomús, Argentina, agosto 31 de 2024. delatripa, "Cambios de ruta", Matamoros, México, año 11, núm. 84, septiembre de 2024.

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