Hora de
bareteros en el portón del restaurante diocesano, el que lleva sus décadas
siendo duración nutricia de colegiales. Prendemos y compartimos el humo, lo
mandamos a los terceros pisos, a las velas en altar, al plato cuya arepa y
queso no alcanza el alumbrado. La calle no la bajan bolsas, el cardo ruso
posmoderno, ni la yegua de la aguamasa; solo tres personajes, un pie doblado, y
una albura fugaz en la noche.
Cuando de un camión que traspasó la frontera salen tres
peludos y apuntan, alargan revólveres a la muchachada que saca los suyos y casi
a quemarropa se entienden los guapos, la explosión dirime, los objetivos
cuelgan de las ventanillas como trapos escurridos; yo bailo el tambor y detengo
el coche con todo y muñecos encima, el ganado escalando la falda, prendiéndose
de los barandales aceitosos: la hospitalidad les cierra abrigo: tienen una loma
eterna al precipicio forestal; los detenemos, desbandada de cabros, pulgas
sintiendo veneno, escopetazo a la mata pesada, y cogemos a uno.
Veo de frente el protocolo de extremaunción: en el
asfalto, a la cabeza, tres saludos militares de uniforme ceremonial, y en
retaguardia, dos presbíteros leyendo antifonarios y dos monaguillos rociando
agua bendita a los puntos vitales; el capturado es un mono enjuto, santuriano
por más señas, temeroso del lambisqueo de la muerte presenciada, pupilas
creyentes de compasión, manos atadas a la espalda, y un cuello que resiste el
filo de la navaja del hombre que salió de mi campo, que se revuelca y saca la
yugular como una tripa.
Entonces la inapreciable rajadura chorrea como ganado, se
levanta, busca amigos en qué sostener la muerte: una escoba, y obedece barrer
su fuga en arco.
El
Pedregal, septiembre 5 de 2024
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Aluna Jaba, Revista Virtual de Literatura y Artes de América Latina, "Noche de brujas", Cuernavaca, México, año 1, núm. 5, octubre de 2024. Leído en el "Micrófono Abierto", Periódico Poético, Técpan de Galeana, México, octubre 30 de 2024
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