Caminito... silencio y tango, Cecilia Salvetti, 2009 |
Les doy a mis amigos la cantada, un abrazo que colme tres
pechos y embarque la esencia por cantones y puertos que, a lo lejos, a los
fulgores, repliegue los dichos y nos dé prisas, pasos de hombre en la calle,
volveres rejuvenecidos en la barra tocante, con los jefes del febril ajetreo,
las sombras que tocan la espalda y sirven tragos, dulces compatriotas del bar,
estudiantes que pasan la vida anocheciendo, encadenados a la ligera adivinanza
que destruye humildes fortunas de billetes arrugados y esquinas mojadas, yerros
que han pasado la escucha y la tabaquería, el planteo de soluciones que han
fraguado lenguas quietas, las pisadas que marcaron el silencio del acero por
bailones, el versículo que aprendimos del compadre anunciador, su ampliada
carrera de flores y colonias entrelazadas al brillo de un busto que bebe la
espuma incitada, locos amaneceres en carnes frías, sin abrigo de techo u
hostal, rincones acariciados, murmullos desde las ventanas bajas, faros
mandados a dormir con el temblar de tacones, viejas billeteras rondando el
portón y el vaso servido, los azules entonando la misteriosa curiosidad
asonante, risueño percutir de armónicas, manantial desbordado en piernas
alargadas como bandeones danzarines, la entrega al dolor que hemos llamado
desde que conocimos la noche y apenas viene a dar noticia del contorno
familiar, luciérnaga que ha pernoctado con adioses y se ha hecho una idea del
júbilo, la vergonzosa alegría ya inconsciente por corbatas y cigarrillos, por charoles
deslumbrados en polvo que levita las ansias amuralladas, las luces a media
acoplando castigos para la ternura, los compases notando la entrega y la
mentida labia, el mal tomado de las orejas y dicho por disformes en seco gemir.
El
Pedregal, noviembre 13 de 2024
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Acuarela, Neuquén, Argentina: Editorial Atelier, núm. 11, noviembre de 2024.
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