La revolución fue el comienzo, Sliman Mansour, 2016 |
Adelante los que «conservan el alma del país», los titanes cuya
naturaleza son las cúpulas y las hazañas milenarias; móntense en los sillares
chamuscados y vean que el capricho ruidoso, las manifestaciones del roedor eran
pasajeras, un hálito que solo unos inservibles experimentaron para perdición
suya. No siempre los baúles estarán cerrados; Mattar dará a luz en el cultivo;
el niño acariciará al perro que lo perseguía; las canciones a la patria serán a
sus mujeres, y estas dirán ese algún día que vivieron, el tormento, la ley
negada que supo a formaldehído, los secuaces enredándose en sus togas de negación,
batallando con la tierra que se les unta, que los empapa mas no los hunde; los
sube al monte, los expone a sus cañones que, por bien de otros, se han doblado
y no guían el proyectil a la ropa, a las articulaciones desgonzadas. Suban más
arriba que él, pequeños, y muestren cómo se puede ver al sol sin apagarlo, a
qué sabe tener dos ojillos pavorosos que suplican el perdón ya concedido pero,
del susto, no lo escuchan, no lo ceden a los legítimos antes «usurpadores» de propiedad
legalizada sobre babeos amarillos, sin sabor a nada que los distinga y los
realce. Míralo hasta que baje del monte: no lo soporta quien no nació en él,
quien finge soltura ante engarabatados comensales, febriles colonos sin
dirección a dónde ir ahora que las puertas de la ciudad fueron restauradas y
sus impulsos se agotaron pidiendo mendrugos, latas humanitarias que pateó hace
poco, bebidas con las cuales lavó sus botas. Es el devolverse, las apetencias
conmoviendo la mendicidad, un palco de extramuros donde gime la paranoia del lobby, sin agencia que les expanda los
trofeos de confección prematura, las categóricas afirmaciones de un ministro
destituido, el ladrar del primero investigado; son residual conjunto, intermitencia
pronto a apagarse, redes que esconde la arena al paso de los venideros, de las
largas resurrecciones de «la amada», el techo que vienen a reforzar los idos, la memoria que
venda la piel, que suma sus cúmulos a la reconstrucción.
El Pedregal, enero
2 de 2024
Entre Paréntesis, Santiago de Chile, núm. 121, enero 22 de 2024
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