![]() |
Agencia de Información Laboral (AIL), 2017 |
El 8 de marzo de 1960, Día Internacional de la Mujer,
María Cano resumió su «amable compañía» con las masas a los casi cuarenta años
de optar por ellas:
Y fui a confundirme con la gran marea popular —desde mi modesta posición de escritora
de periódicos y revistas—, porque
tenía la convicción entonces, como la tengo ahora, de las razones justas que
impulsaban al pueblo trabajador a luchar por sus legítimos intereses.
Todo para germinar un torrente, una fuerza, «unida y
poderosa», que redimiera de la «miseria y la ignorancia», los males que
naturalizan el dominio, que lo hacen inherente a los ciclos geológicos, al
devenir pobre en tierra de gamonales y agentes extranjeros, clamando «por la
unidad de las masas en sus organizaciones y en sus luchas»: de las minas de
Segovia a Buenaventura, Santa Marta y todo el país.
Porque fueron multitudes
como grandes ríos las que afluyeron a los teatros y plazas públicas a oír el
mensaje de lucha que les llevaba. Extraño pero más interesante, el hecho de que
fuera una mujer la que sembrara esa llama de inquietud revolucionaria por los
caminos de la patria.
Era de
mujer, recuperado su ideario social, la política de la casa en los oficios y el
rumbo que, como «agitadora
de ideas», movilizaba
a la gente del marasmo; porque se debía «poner
en sus manos las banderas de sus tareas concretas. ¡Y que las mujeres ocupen su
lugar!».
El Pedregal, diciembre 23 de 2024
___
La Tinta, «Mujeres revolucionarias», Tecámac de Felipe Villanueva, México: La Tinta Ediciones, núm. 40, noviembre-diciembre de 2024
Comentarios
Publicar un comentario