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Thomas G., 2024 |
Dijeron que el murciélago había
caído a pique del apartamento ochocientos nueve, torre cuatro, portal derecho.
Al instante,
sin mediar con la Junta Administrativa Amigable de Residentes, pasamos la
palabra a todos los inquilinos anteriores y posteriores del ochocientos nueve,
para lo cual ocupábamos a quienes se nos unían.
En dos horas
llenamos las calles internas.
Mirábamos
hacia arriba al piso dónde estaba el apartamento que había tirado el murciélago
y los otros que, por su cercanía, no pudieron ser avisados.
—Se procede a
cerrar, quedan de testigos, en el portal derecho la torre cuatro por un infeliz
que prefirió tirar el murciélago a hacerlo cenizas.
Y
desactivamos el ascensor, pusimos el candado y elegimos al guardia vitalicio de
la torre.
—Les dirás,
cuando salgan, que por uno pagan todos. Y retiradito...
—Ellos
entenderán.
Solo hubo un
inconveniente: uno de los perros evacuados husmeó en las bolsas rojas de la
portería y se paseó a la carrera entre el gentío.
No quedó de
otra que mochar y quemar las piernas infectadas, para ello se nombró a un
encargado de turno, y habilitar rampas y cruces accesibles para la totalidad de
los reubicados.
El Pedregal, febrero 20 de 2025
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Sueños Eléctricos, Ecatepec de Morelos, México, año 1, núm. 2, febrero de 2025
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