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Sonia Gabriela Ayala Cano, 2025 |
La paloma a tus rebotes, en el plano veraniego,
frecuentando la camaradería y el helado de fresa, carcajadas de cachetes fofos,
cadavéricos, y tú avizorando el rodeo, madre asumida por los rincones del
parque asoleado, por las maneras alrededor de los jardines, la agenda en fecha
contraria plasmándose como si tuviera algo más pendiente que cerrar frente a
los electrodomésticos y la activa pelota desarmando cabezas, peinados y vasos
de tinto desechable, producto nacional en manos venezolanas, bendita seas mixtura
en tierras tropicales, quinta síntesis vasconceliana, como tú y yo, ¿no lo ves
o no lo hemos predicho?, en este asiento, altos con la mirada al tutelar velo,
pasión si acaso y renuncia de otras minucias, las conocemos, no por algo hijos
y estudio y vagancia y los del trote anochecido la cerveza repetida media que
se alargó la cosa, pero nos tenemos un rato, lo que vale, y ese maíz que
acompañó el carrito de mecaterío desinfló la bolsa por manos de la viejecita
sindicalizada con el grupo de vendedores del Aburrá Sur, cumpleaños o
festividades varias, palomita a tus granos, niño al cucurucho, padre a la carne
remozada, manubrio al suelo, globo a la sardina, beso porque no vamos a durar
como la roca que humedece el río, ¿estamos atentos o se nos pasó la moza?, y
claro que a usted, grande señora, le pastan los dones, el bien parecido
emperfumado, ¿yo no cumplo ni con los prerrequisitos?, sé que el tiempo y las
desdichas y el temor, las hormigas cargan en sendero sus catapultas, pasan por
tu nalga derecha bajo vestido, fortalecida y vuelo, retomo el paisaje ya que no
dejas mirarte, decía fogón y pollo broaster, en bandeja o solo uno para llevar,
o la cajita feliz para ensuciarle los dedos al niño que no conoce los guantes
plástico ni la arepa ni la papa, eso y los cálculos de los viejos con cachucha,
ya pocos ensombrerados, repasando qué empeoró el vacío y qué culebras se les
puede aparecer y morderles el cuello, el talón o el muslo a fin de mes, como yo
si saliera del jardín, pero a la concentrada en las chivas dirigidas por un
medio agachado, yo me le entraría por el vestido con provocaciones de sobo y
cosquillas, balanceos perceptibles y ligeros, una mezcla de insinuación y
ternura, lo poco que se hace en un lugar como estos, de gentes conversando
paradas, integración de la especie aunque no parezca y la retórica oculte sus
zuecos con un vestido que barra el parque, viendo y amenazando la primicia,
cerca el uno del bostezo de la tarde, amañados sin indulto, rascando el intento
y dándole salidas, una puede ser que nos veamos en esos roces extraños, el
abanico y la loción, el paso de una belleza y el aire que se encarga de aplazar
su tormento, énfasis reconcentrado para alegre término de quien exhala y que
antes era menos que un vidente es decir un tronco gozoso pero irreconocible por
causas de potencia y activez, pero no reparemos, belleza, y que los caderones
sepan juntarse a la diestra del sol, bien dormidos, esparciendo lo poco que
tienen de universalidad, el hito ecuatorial suyo, santa argamasa para levantar
fortificaciones, incaicos reinos en la cumbre del solsticio, levadura para la
mezcla en tierra de nadie, amor cristiano y palingénesis bajo tu ruta, la causa
por la cual filo y metralla es honor y misterio, créeme ahora que nos acercamos
y los balones evitan los calvopeludos.
—Escuchemos —asumí cuando lo que va hacer es escucharme—
al recientico «Soy un hombre módico que quepo en todo mínimo de todo caso y
cosa: de las inmensas y graves cifras de finanzas, comercio y producción del
número de fin de año de los grandes diarios, la única noticia que busco es la
de que no se haya perdido la cosecha de “huevos de gallo”». O la bendición que
alargaste por la noche asada y mi lejanía en tierras de cursos y bebederos. No
hay que lamentar grandiosísima la falta de atardeceres como estos sin mancha ni
escrúpulo sino los que nos vienen negados por adelantando esos en que tú serás
otra joya en el ropero. Entonces el llanto viene a cuajar la estancia y hacer
del agravio una estampa cercana más que el glúteo gentil y la marioneta
pausada. Y tú serás mujer de temporales con reposaderas por atención y desquite
a los tuyos bienes declarados porque en ti acampan. Lo que yo sea no vale te
digo si por mí el mundo se detuviera lo mandaría a seguir al que sabe cómo
mandarlo en su piso de tortura. Paz o cuarto poblado no importa viéndonos solo
por la llamada o a la distancia ofreciendo el obsequio para contrariar términos
y empaques. Ingrato mérito de los contiguos que no saben abalanzarse sobre la
estampida invisible cálido agasajo que atraviesa. El palpo y la determinación
para una caricia qué me dices dónde se obtiene si no vamos a estar siempre
eterno parque de Libertador cósmico hombre de mares vírgenes por tiempo en que
la humanidad se presume. Del todo la escatología de tu galés interno madrecita
que opto no la desgracia. Al amén y la gloria le he puesto un tonillo con que
sabrás reconocer el apto del imbécil y de la fusión mi cuerpo adyacente en el
ocaso de los números de lotería y los recibos firmados a nombre de otra
circunstancia lo hecho.
El
Pedregal, junio 13 de 2025
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delatripa, «Biósferas», Matamoros, México: Catarsis Literaria, año 13, núm. 92, junio de 2025
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