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Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), 2023 |
Retrocede, calaña, ahora que
las botas se han puesto en madre. Otrora al revés, matando al campesino, crónica
de relleno, y, en este entonces, una mano ensucia, levanta la pintura sobre los
cauchos: piernas de bebé, escalas hacia una luna que regenta un barrio
disminuido, el sombrero en tierra que es su único cuerpo, como si tuviese la
orden y plenipotencia en cuestiones de ambigüedad no corroborada, ¿qué tipo de
censor es quien ni amerita representar a los suyos?, de tirar a la basura botas
que fueron seguros de muerte, hallazgos manipulados por las glorias modernas de
las Fuerzas Armadas en su ejercicio de proteger el país de otros, que no de
ellos mismos, incentivados por platos de arroces, medios pollos o cinco días
libres. La cifra en cuestión y el silenciamiento de los pasados por un
insignificante al cual los misterios, mínimos o fugaces, no han de tener cabida
en esa brutalidad amparada en hilos que tocan a destiempo la glorificación de
falacias que, de no ser por él, no saldrían corriendo al escarnio de las
víctimas, a la acción disciplinaria, zorro que sales riendo con tus honorables
despreocupados, burla que tragarás disculpándote y cayendo a los fangos que han
de ocupar los pordioseros que representas y han de pisar las etiquetas que
secundas.
Porque tocando el símbolo los
tocaste a ellos, manchaste el respeto de las fosas aún ocultas y de los
entierros que se han logrado barrer a lo insepulto, la marea donde los gritos
de los ahogados no delatan al investigador su sitio por las fauces simiescas de
un negacionista en la Cámara. Mas «los ojos de los asesinados» y de los vivos
que los recuerdan te seguirán, pues los has nombrado en voz amarga, hazles
repetido la ignominia que les dio muerte, tú, retoño echado a perder, migaja
sin fuerzas de cargar la historia que insultas, pedazo de hombre que solo ha
logrado multiplicar odios, esos que aguzan mi «sonoro aguijón», y reunirlos en
sí. Que no se callen las compañeras y soplen desde el estrado, la tribuna, el
periódico y los performances la
pelusa abyecta: si actuando a su antojo, con el cristiano provida, echó a la
basura tantos años, entonces que en la palestra, y de parte de las madres de
Campo Alegre, Catatumbo, Soacha, Mampuján y Ocaña, no bajo el vasallaje de la
incultura sino con la regia inserción política, sepa responder a los familiares
que sobrevivieron al terror de los años que tratan de revivir los mezquinos.
El Pedregal, noviembre 16 de
2024
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