Esther Ferrer Mi única pertenencia: el cuerpo con sus berrinches y temblores. Él me proclamó entres los que me recibieron y él me despedirá de los míos. Su nuncio es placa conmemorativa en los lugares que habité... Los calores y las inocencias provocadas él las arrastra con los tobillos, él las ofrece a los que compartirán con él sus trayectos. No tiembla ante el común desenlace de sus compatriotas; se adelanta para probar a qué sabor le recuerda; y es el sabor de la súplica, del heroísmo y de la humillación, tres ingredientes que lo conforman desde lo que lo amamantaron por primera vez... El sabor de mi única pertenencia solo lo conozco yo, porque solo yo lo he probado a cada instante. A quienes les ofrecí una degustación, que no la bandeja completa, apenas si probaron sus propias salivas, el asiento en sus bocas... Mis distancias las he marchado yo; mis instantes saben a mí. ¡Y conmigo mueren! ___ Primera mención en el II Concurso Internacional de Literatura Alegranza. Pu...
(Itagüí, Colombia, 2002):licenciado en Literatura y Lengua Castellana (Tecnológico de Antioquia); maestrando en Educación (Universidad Santiago de Cali).