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Entradas

Abono a la costumbre

Entradas recientes

«In memoriam» Rodrigo Pérez Gil

Otraparte, 2024 Hace siete días escuchábamos a Rodrigo, en chanclas, sudadera, buzo y gorro, lejos del traje y el cuello cerrado de alguien con una monografía « sobre la geometría elemental en el Chelsea College de la Universidad de Londres » y « reseñador de libros para el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República » , como reza la solapa, hablar de que el mundo se dividía entre conformes e inconformes, dando sus últimos autos de fe con la moderación del profesor lloroso, enterado de lo que se venía. Compré el libro, hice fila « de confesión » , le dije y sacó la lengua, lo firmó con el lapicero prestado de tinta mojada y escribió lo que a todos (comparamos la dedicatoria) el trece de marzo de dos mil veinticinco: « A Alejandro, esta travesía por el matorral. Con afecto, Rodrigo » . Y, para calmarle la lloradera al moderador, leí: « A Alejandro, este travesti en el matorral » . Al irnos lo vimos bajando apoyado en la mano de un compañero; logré despedirme y medió alzó...

A una presión invito

Sonia Gabriela Ayala Cano, 2025 La paloma a tus rebotes, en el plano veraniego, frecuentando la camaradería y el helado de fresa, carcajadas de cachetes fofos, cadavéricos, y tú avizorando el rodeo, madre asumida por los rincones del parque asoleado, por las maneras alrededor de los jardines, la agenda en fecha contraria plasmándose como si tuviera algo más pendiente que cerrar frente a los electrodomésticos y la activa pelota desarmando cabezas, peinados y vasos de tinto desechable, producto nacional en manos venezolanas, bendita seas mixtura en tierras tropicales, quinta síntesis vasconceliana, como tú y yo, ¿no lo ves o no lo hemos predicho?, en este asiento, altos con la mirada al tutelar velo, pasión si acaso y renuncia de otras minucias, las conocemos, no por algo hijos y estudio y vagancia y los del trote anochecido la cerveza repetida media que se alargó la cosa, pero nos tenemos un rato, lo que vale, y ese maíz que acompañó el carrito de mecaterío desinfló la bolsa por manos d...

«Clientes», «El resumero» y «Cima del departamento»

Alexis Peña, 2025 Clientes   Les ofrecí mis servicios, a pesar de que no cargaran bolsas —la costumbre—, pero la de sesenta años, con pestañas postizas y de un negro carbón que palidecía su blancura de sebo, me miró de reojo y se le cayó una pestaña de tanto parpadear; el señor de cincuenta, con un audífono inalámbrico, no me vio pero se sacó el audífono para limpiarlo haciéndose una raya de aceite en la sudadera; y la última señora —de sesenta y algo— con el ombligo tierrudo, se agachó a coger una de las monedas de mil que pegué con pegaloca en la entrada.   San Pío X, diciembre 9 de 2023   ***   El resumero   Un primo decidió trasladar las síntesis finales de Reyes y de Crónicas a sus contemporáneos de estirpe. Llenó un cuaderno de colegio con las personas que le referenciaban, y, el día de reposo, nos lo dio a leer. Lo colocó en el atrio y dijo: «De esta forma el resumero de la familia los englobó a todos: “El resto de la historia de Amparo y de todo lo que h...

Tal vez el recuerdo

Paula Camila O. Lema Estaba listo, despidiéndose de la ciudad que ardía a humo de trancón y pantorrillas rasgadas. Fin del verse apurado en medio de un parque, bajo la puerta de un cine, entre roces bruscos y filos de cemento. Su alocución, los chasquidos de lengua, las pausas para verse en los otros, longevo hasta el menos joven, compartiendo, desviándose conforme se los indique la farsa asumida, lentos porque pueden, dichosos de que sea temprano y no lo intuyan. Las amistades, a su derecha, coronando de ají las empanadas, pasándolas con trago, compartiendo el logro, la lectura que los esperaría, tarde, siempre volviendo a la dedicatoria, a la premonición que evadieron desentendidos. Y los otros, el común, la bazofia, consultando “caco” en el primer diccionario que les aparezca, planeando ya dónde perderse apenas termine la charla. Eran, si no intrusos, exponentes, provocaciones al cuero decaído, a las enfermedades luctuosas. Exhibían que éramos muchos lo que permaneceríamos, de que “...

«Noche en La Unión...», «¡Trinan gorriones!...», «Del matorral...» y «Hemos llegado...»

La senda del haiku , 2025 Noche en La Unión. Aún con este frío Recorro el parque.   El Pedregal, marzo 2 de 2025   ***   ¡Trinan gorriones! Sobrevive la puerta al bombardeo.   El Pedregal, marzo 16 de 2025   ***     Del matorral a los altos suburbios hay solo un paso.   ***   Hemos llegado. El cielo permanece tras las montañas.   El Pedregal, mayo 30 de 2025 ___ Hotaru , «La ausencia del yo en el haiku», Sevilla, España: La senda del haiku , núm. 7, junio de 2025

«La abuela llama...» y «Hace tres años...»

J. M. Blanch, SJ, 2002 La abuela llama cada día del mes al hijo ausente.   ***   Hace tres años no hay gardenias ni lirios en el florero.   El Pedregal, mayo 4 de 2025 ___ Viento de marzo. Antología de haiku por el 8 de marzo de 2025 , Córdoba, España: La senda del haiku , «III Especial de Hotaru », junio de 2025

Contra el ruin

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), 2023 Retrocede, calaña, ahora que las botas se han puesto en madre. Otrora al revés, matando al campesino, crónica de relleno, y, en este entonces, una mano ensucia, levanta la pintura sobre los cauchos: piernas de bebé, escalas hacia una luna que regenta un barrio disminuido, el sombrero en tierra que es su único cuerpo, como si tuviese la orden y plenipotencia en cuestiones de ambigüedad no corroborada, ¿qué tipo de censor es quien ni amerita representar a los suyos?, de tirar a la basura botas que fueron seguros de muerte, hallazgos manipulados por las glorias modernas de las Fuerzas Armadas en su ejercicio de proteger el país de otros, que no de ellos mismos, incentivados por platos de arroces, medios pollos o cinco días libres. La cifra en cuestión y el silenciamiento de los pasados por un insignificante al cual los misterios, mínimos o fugaces, no han de tener cabida en esa brutalidad amparada en hilos que tocan a destiempo la glorific...

Por Santa María

Club Literario Coatepeque, 2025 La llamada antecito de medianoche para avisarnos que si conocíamos al señor dueño del celular tirado en la calzada. Y fue que, después de celebrarle, bajó a fondear cantinas y siemprebuenas y se quedó babeando y con los marchitos del pecho contra la calle. Igual lo recogió el nieto que en esas andaba. Hoy que amaneció lo regañamos por tomatrago y en lo que entendía supo que la rabia no era tanta y que lo peor es cuando no lo tengamos ni para la aguasal.   El Pedregal, junio 18 de 2025 ___ Club Literario Coatepeque , "Microrrelatos para papá", Guatemala, junio 20 de 2025

El lugar

Paisaje de Martinica , Paul Gauguin, 1887 La siembra, que no ha empezado, permite abrigarse en las decisiones, en el silabeo que dura hasta los treinta y se restituye décadas después. Aún el sendero persiste, se desfleca, da figura a la manía que en ratos de compensación deberá proveerse. Sí, no era la firmeza temprana, el cogote arrimado, sino la desnudez en invierno, el humo secando las cigarras al borde del catre. La puerta, la pared mojada, el divorcio de lo que proponía, candado y gramo, asentarse sin haberle correspondido a la porción de viaje, estornudo y trinchera. En busca, en procesión y en decadencia al lugar, al sitio elegido, quizá inevitable o no imaginado, proceso que necesita de la sangre en fuga para dar contorno e iluminar sus restos, imagen no afeitada, sin almizcle ni polvos, teniéndose en espera por el elegido o los circundantes. Nombrarlo y pensar en él para que vivan sus desentendidos, sus colapsos rutinarios, la venda y el mecanismo fósil. «No quiero ligaduras d...

Responso a lo perdido

Monumento al cangrejo azul en las playas urbanas de Turbo, Antioquia. Playa Dulce, Colombia . Marco Antonio Cairoza Díaz, 2016 Aquí estuvieras deseando no haberte despegado una de tus uñas. Preferiste el brillo de los restaurantes, los mozos y las diez mil tiendas por cuadra. Fue poco haberte traído una vez, cuando la tierra, yo creía rejuvenecerme, y luego aplazabas la venida con un alegato sacado del bolsillo o un inconveniente con los papeles de tu mamá. Luego se murió, de tanto inventarle muertes. Tampoco fui a su velorio; vine a la playa a dejarme repasar por la arena, el oleaje que se repite como la línea de tu autor famélico. Desde entonces menos que me acompañabas, y acertamos dejando las cosas como antes. Agradezco a Dios que no dejamos crías de por medio. Imagínate, si me escuchas, que nos tuviéramos que encontrar o que yo debiera hablarte para una ceremonia o un permiso. Ya lo que vivimos quedó en nosotros, y de nosotros pasa al alcantarillado o a la marea. Vengo por las mañ...

Reaparece el velamen

La Mort et le Bucheron , Jean-François Millet, 1859 «De mi retorno / sólo sabrán los frutos y los huesos», una foto guardada, desleídas las voces que tomábamos, quien creímos en instante cuando no era siquiera minuto de convicciones. Pasarán el gentilicio y los conciudadanos, la toma de posesión de una hormiga, y el que estuvo allí y presenció cuán pocas viviendas se albergaban, como todas, será entonado en una sigla y en continuo misterio. Daremos al cielo mohíno la razón para chocarse, a los guamos y a las pencas intereses que desquitan su remedio. Sopla: los mares se estremecen y tú no estás allí para verlos; haces parte del orificio en el que terminan los pies callosos, las políticas en clave de religiones y el busto cuarteado en su entrega.   ***   Cerrar la muerte con silencio, despedir a Joro con la canción repetida, viéndola de frente, pensando en cómo se asemejan las modulaciones con el de la mujer hace poco escuchada, igualita en los dientes, en la mirada baja que ec...

Nueve haikus

Alejandro Zapata Espinosa, 2025 El vallenato se expande por la loma. Bajan canastas.   Riega el jardín un amigo del cole. Un buen padrastro.   Sol ennubado. La humedad de la noche infla las caras.   El Pedregal, abril 6 de 2025   Otro verano... Los gladiolos no esperan a fallecidos.   Las margaritas en el zaguán de Adela son para Carlos.   La margarita robada a Leonor monta tu oreja.   El Pedregal, abril 22 de 2025   Crece una palma, a solas, en el monte. Que no la vean.   Por la ventana los intrusos alados me dan alcance.   El abejorro choca contra las ramas. Muevo una: libre...   El Pedregal, mayo 9 de 2025 ___ Elipsis , Matamoros, México, mayo 22 de 2025.

Hacia Las Cruces

Alejandro Zapata Espinosa, 2024 Es rastrojo y no matorral. Si se aparece una serpiente no la mato; me da miedo y la dejo que siga. ¿Para qué cortarle la cabeza si al guardármela en el bolsillo me va a morder de todos modos? Y la cola, en una rama, ¿no va a ser el apoyo de un primerizo en lides resbaladizas y botas grandes? Olor a guayabas, sin haberlas, y frío en la punta de la nariz que gotea sal: venir a purificarme con entre lo tomado y las sendas empantanadas. Mi monasterio benedictino, mi rezo hecho de manotazos y caídas; sube y tendrás el claro esperando que salga el sol y aplaque el humo de la ladrillera. Chamizos, palos de café musgosos, troncos macheteados: el que abre no mira para atrás, así sea para reírse del paso resbaloso o del encarte con el tarro. De la manga floreciente, donde muy metido el viejo revisa sus eras aguadas, reconozco lo claro; pero al alcance tengo la rama quebradiza, el correr de tierra, el mango del machete tocándome como pidiendo entrar a mi costado, d...

La causa desmorono

Catártica , 2025 Trata de escuchar la vena que revienta. Otra la ha tocado y ha dicho: «Al parecer duele». Y no es mentira, duele un poco que el alfiler no la traspase y deshaga el bullicio. Si estuvieras le darías uno de los palmetazos que te das en los muslos cuando el plan se trunca. En esos casos me alivio de sabernos en la desgracia, y recuerdo que eres la acumulación de lo ingrato, y vuelvo al partirme en dos y gritar a las cidras regadas. Pero no oyes; por eso intento explotar el costado de la nuca y mandar a la pared que odias, angelillo de mármol, la densa capa que comprime. «¡Si a lo menos gritara, gimiera, me quejara y bramara con mi espectral garganta!», pero ni eso ni los encuentros, que se tornan escasos, ni la lenta llamada a lo que no viene. Terminamos quitándole reflejo a los descreídos; tú con ese mirar de reojo a las criaturas que nada malo hacen, yo con mi recogida llama. Tanto para darle palabras a la angustia; la vez en el circo, la otra en el puente y donde los c...

Iván Cáceres o el sueño performático (II)

Nube , 2016 6 . ¿La psicoarquitectura va trazando un mapa en ampliación o es el foco en las zonas oscuras de los lugares?   Lamentablemente, siempre digo que soy arquitecto y me gusta medirlo todo, y pienso que cada espacio es medible en el sentido de, medible digamos en sus sensaciones, en su forma de lanzarte información, ya sea como elementos que también succionan energía, la almacenan, y van soltando de a poco por la sobrecarga que también ellos sienten, bueno, estos espacios; y los espacios pueden ser no solamente cuatro paredes, un techo, no; espacios pueden ser piedras, puede ser un vacío, puede ser un animal o una planta, y esto se manifiesta de diferentes formas, y cuando uno se da cuenta e ingresa a estos espacios y te hacen ingresar a estos sueños, te hacen ingresar a estos mundos, lo primero que uno se da cuenta, como decía al principio, es que ya no tienes el cuerpo que tienes acá, en este mundo «real». Entonces supe ese instante que, por ejemplo, me hacía preguntas c...